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LA MEXICANIZACIÓN DE ESTADOS UNIDOS.

  • Foto del escritor: Marlon Ruiz
    Marlon Ruiz
  • 27 ene
  • 8 Min. de lectura

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Cuando la Antigua Roma conquistó a la Antigua Grecia, muchos suponían que ese sería el fin de una de las civilizaciones que más ha aportado a la humanidad en cualquier disciplina. La Liga Aquea, en un intento por detener a la primera etapa del expansionismo romano, veía primordial proteger su legado ante el naciente imperio romano. Lo que no esperaban es que Roma se iba a helenizar y que ese proceso de mutación cultural iba a salvar a la Roma de haberse convertido en un estado fallido unos años después.


Aproximadamente 70 años después de la anexión griega a Roma, la República romana se encontraba en una crisis política interna, diversas luchas de poder entre los patricios del senado conllevaron a una generación de políticos que tendían a la politiquería y a sus intereses personales más que a los intereses de la misma República y del pueblo romano; hasta que surgió un joven abogado de la baja nobleza, de nombre Julio César.


Julio César fue el primer senador romano en mucho tiempo que desafió el statu quo de los líderes políticos de su época, a pesar de que una y otra vez sus opositores intentaron derrocarlo políticamente y militarmente, llevándolo incluso en una ocasión a una especie de “exilio”, cuando lo nombran procurador de Hispania para alejarlo por un tiempo de la capital romana. No fue suficiente y Julio César más temprano que tarde, se convirtió en el antes y después no tan solo de la historia romana, sino de la historia universal, y dentro de la muchas claves que conllevaron a César al poder, debo de recalcar que hubo una en particular que es la que considero el tema de la presente columna. Su indudable fascinación e influencia griega.


Dentro de los pocos textos históricos que sobreviven al día de hoy sobre la historia y vida de Julio César, se sabe que este mismo era un gran admirador de la cultura y filosofía griega, así como también sentía una devoción por Alejandro Magno de Macedonia. César fue sin duda el primer líder de la antigua Roma que adoptó la helenización que estaba pasando toda la península itálica y sus provincias, a pesar de que sus opositores y las grandes familias nobles del senado, se oponían rotundamente a la influencia griega, ya que creían que representaba una amenaza ante las antiguas tradiciones romanas. Sabemos perfectamente cuál fue el desenlace de este periodo de la humanidad tan importante para occidente y Latinoamérica, más allá de que Julio César alcanzó la máxima expansión de Roma nunca antes vista y de que su legado perduró mediante su sobrino Octavio, después convertido en el primer emperador del Imperio Romano. Fue el nacimiento de la cultura grecorromana, proceso cultural que salvó a Roma y que la conllevó a sus años de mayor gloria, hoy en día el mundo está atravesando por un proceso similar que probablemente desde esos años no se veía… la hispanización de Estados Unidos.


Todos los imperios que han existido se han caracterizado por el proceso cíclico de expansionismo-proteccionismo y Estados Unidos no ha sido la excepción. En sus primeros décadas se dedicaron a la protección de los 13 estados que fundaron la Unión Americana tras lograr su Independencia de la Gran Bretaña. Luego entraron en su primer etapa expansionista tras la publicación de la doctrina Monroe, con el que poco a poco se fueron extendiendo hasta la Costa oeste en el Pacífico, desplazando a los pueblos nativos americanos, la compra de la Florida española y la Luisiana francesa, y la tan controvertida guerra México-americana con el que lograron obtener su segunda salida al mar, al anexar la Alta California y Nuevo México que luego sería dividido en los actuales estados de Arizona, Utah, Colorado y el propio Nuevo México.


No debemos pasar por alto que uno de los motivos o pretextos por los que se desencadenó la mencionada guerra entre ambas naciones, fue la adhesión de la República de Texas -quienes años antes proclamaron su independencia de México, aunque este mismo nunca la reconoció- a la unión americana. En los años posteriores a la guerra, tanto California y Texas, siguieron siendo estados con presencia, cultura y legado mexicano e hispano, lo cual podemos ver reflejado que gran parte de sus ciudades conservan aún sus nombres en español (San Diego, Los Ángeles, Las Vegas, Sacramento, San Francisco, San Antonio, etc.).


Lo más importante de todo, es que dichos estados se han convertido al día de hoy en los corazones económicos y culturales del Estados Unidos contemporáneo. No debemos de ignorar lo antes comentado, son estados que si bien pertenecen a la unión americana y la lengua inglesa se ha hecho presente, son estados en los que la cultura hispana y mexicana no ha desaparecido ni tampoco desaparecerá, sino todo lo contrario, se irá extendiendo aún más por todo el país, no tan solo por la migración que reciben de Latinoamérica, sino por el hecho de que hoy en día Estados Unidos está pasando por una grave crisis de identidad nacional, tal y como pasó con la República romana antes de Julio César.


Estados Unidos lleva varias décadas de estancamiento intelectual y cultural, sino fuese por los avances tecnológicos y los servicios que ofrece al mundo, probablemente desde el fin de la guerra fría, el país se hubiera convertido en algo mucho peor de lo que vemos hoy en día. Es gracias al fin de la guerra fría, que significó la súper hegemonía global del imperio norteamericano, lo que conllevó a una estado de confort durante algunos años, hasta que la República Popular China poco a poco fue amenazando los intereses comerciales de la Unión Americana, lo que ocasionó que los propios americanos despertaran de su propio “sueño americano”, sueño del que tenían que haber despertado desde hace tiempo para así haberse ahorrado un sinfín de problemas internos y externos por los que afronta el país hoy en día.


Uno de los tantos problemas internos que enfrenté Estados Unidos hoy en día es debido a la gran extensión territorial que posee, sencillamente todos los países de la Zona euro caben ahí y probablemente hasta saldría sobrando territorio. Hay regiones del país que están más alineadas a los valores del cristianismo protestante conservador como lo serían Alabama, Tennessee u Oklahoma, así como hay regiones muy progresistas que han sido cuna de muchos movimientos sociales como lo serían Nueva York o el estado de Washington (para los que viven fuera de los Estados Unidos no confundir con el distrito de Columbia), todos ellos dicen y proclaman ser el “verdadero” Estados Unidos, lo que ha conllevado a una polarización no tan solo política del país que es la que más ha sido visible en los últimos años, sino también a una polarización cultural nunca antes vista.


Recuerdo perfectamente como en mi infancia, se sentía la identidad colectiva nacional en Estados Unidos, parte de ello fue también que estaba aún muy reciente los sucesos del 11 de septiembre del 2001, lo que conllevó que toda la década de los 2000, el país se sintiera hermandado sin importar la raza o la religión (algo que nunca antes se había visto);  sin embargo, conforme pasaron los años, el patriotismo fue disminuyendo y hemos acabado en la polarización que al principio de este párrafo comentaba.


Justamente Donald Trump en sus tres campañas presidenciales su lema de campaña ha sido “Make America Great Again”; sin embargo, es solo un eslogan, meramente una marca que ha capitalizado bastante bien, ya que si analizamos su primera administración como presidente y su plan de gobierno para este segundo mandato, las políticas públicas que el neoyorquino quiere implementar no dan a entender que Estados Unidos volverá en una época en específico de su historia, gran parte de su plan de gobierno son políticas públicas que muchos las consideran extremistas y otros vanguardistas y desafiantes, pero lo que podemos confirmar es que su eslogan de campaña no se refiere a que Estados Unidos vuelva a ser la misma del siglo pasado, solamente apela a esa nostalgia americana, pero al momento de la implementación de sus políticas nacionales son totalmente diferentes.


El mismo Donald Trump sabe perfectamente que Estados Unidos no volverá a ser la misma de los años 20, la ganadora de la segunda guerra mundial o la que presenció la caída del muro de Berlín, pero sabe perfectamente que Estados Unidos puede llegar a ser mejor de lo que fue en esos años (aunque parte de sus seguidores crean que no).


Aun así considero que si bien Donald Trump puede encaminar a un nuevo camino a los Estados Unidos y recuperar la hegemonía global que han ido perdiendo en la últimas décadas, creo que la soberbia que tanto lo caracteriza, no le ha permitido ver que el futuro del país se encuentra en la cultura mexicoamericana y en la hispanidad de sus estados que nunca se ha marchado, y no lo digo desde mi perspectiva latinoamericana subjetiva, todos los datos y estudios indican que aunque se deportasen a todos los migrantes latinos que entraron de manera irregular al país o incluso si los latinos de segunda o tercera generación se marcharan del país, aun así el mayor porcentaje de la población de los Estados Unidos para el año 2060 será hispana o de origen hispano. A lo mejor, no solamente Donald Trump no lo quiera aceptar, tampoco lo quiere aceptar ningún político, sea republicano o demócrata, porque eso mismo puede suponer el fin del sistema bipartidista que tanto le ha beneficiado a la clase política estadounidense.


Si bien no creo que el español termine de reemplazar al inglés como el idioma oficial del país, si creo firmemente que la jerga del estadounidense se está mutando con la del español, sin contar que los latinoamericanos de segunda generación y sus hijos, no hablan un inglés del 100% puro, ya que lo mezclan con locuciones y connotaciones hispanas.


No dejemos de lado que festividades como el cinco de mayo o el día de muertos son celebraciones que año tras año se vuelven más parte del folclore y las tradiciones americanas. Por lo anterior escrito, es indudable ver el resto de los Estados Unidos que no son hispanos de nacimiento como lo son los estados de California y Texas, se están volviendo aún más hispanos, y los que aún se resisten, serán los estados que más se estancarán cultural y económicamente de la unión americana. Estados Unidos en pleno 2024 y en las décadas consecuentes pasará por el proceso de hispanización tal y como la Antigua Roma pasó por el proceso de helenización.


Creo sin dudas que este proceso cultural de adoptar la hispanidad es el que realmente puede salvar a los Estados Unidos de los diversos problemas que afronta actualmente, aunque evidentemente no es una solución a corto plazo, si es la mejor solución a largo plazo, sobre todo a todas esas hipótesis y estudios de que probablemente el fin de los Estados Unidos tal y como los conocemos ya no existirá antes de que termine el siglo XXI.


Creo que esos comentarios de que Estados Unidos no existirá tal y como es hoy en día son ciertos, creo que culturalmente la hispanidad y la cultura mexicoamericana será la que resulte dominante.


Es en estos momentos en donde su servidor le encantaría poder vivir más de 100 años para saber exactamente cómo se verán los Estados Unidos en el 2125, de lo que si estoy casi seguro es que será un Estados Unidos muy hispano tanto lingüística y culturalmente, habrá que ver si será mantiene el imperio de la unión americana de los 50 estados o si se termina por balcanizar en diversos estados independientes como dicen muchos analistas.

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