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¿QUÉ FUE LA ELECCIÓN DEL PODER JUDICIAL?

  • Foto del escritor: Alejandro González Luna
    Alejandro González Luna
  • 9 jun
  • 3 Min. de lectura

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Ciertamente, las elecciones al Poder Judicial fueron un proceso histórico para nuestro país, un proceso que comenzaría con muchas críticas y que culminaría con aún más críticas. Podemos tachar este proceso como una decisión meramente política que comenzaría desde el conflicto entre la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, y el expresidente Andrés Manuel López Obrador. Muchos analistas se han encargado de definir al proceso como un intento por dominar al Poder Judicial. Lo que tenemos hoy por seguro es que no podemos esperar cambios inmediatos en el sistema de justicia. Ciertamente, el proceso fue sumamente difícil, más para la población, pero lo que hoy significa la justicia en nuestro país es difícil de explicar para todas las personas que han sido víctimas de alguna injusticia mínimo una vez en su vida y que se les dice que una elección en la cual solo el 12 % de la población participó, va a cambiar todo el panorama de lo que es la justicia en nuestro país pareciera una burla.


Dentro de lo político, podemos analizar este proceso como una jugada inteligente por parte del partido oficial, puesto que aprovecharon la monstruosa presencia que tienen en el Poder Legislativo, el gran apoyo ciudadano y la desconexión que existe entre las personas juzgadoras y la población, ya que, si somos sinceros, el Poder Judicial siempre ha sido visto, aún dentro de la esfera política, como una élite muy apartada de todo lo que implica la división de poderes. Si bien podemos pensar que para el oficialismo representa un fracaso el que un porcentaje tan bajo de la población haya votado, esto está muy alejado de la realidad, puesto que el objetivo se cumplió: ellos fueron quienes propusieron la reforma, ellos fueron quienes la aprobaron, ellos fueron quienes promovieron candidatos, ellos fueron quienes ratificaron a dichos candidatos, ellos fueron quienes apoyaron mediáticamente y con sus estructuras a dichos candidatos, y posiblemente dichos candidatos, afines al partido y gobierno, serán los ganadores en esta elección, por lo cual el hecho de que un porcentaje muy bajo de la población haya sido quienes votaran no los tiene preocupados, puesto que el objetivo ya está cumplido.

 

Además, cabe decir que, si analizamos dentro de lo que un sistema democrático nos marca, esta elección también cumplió su objetivo, puesto que, si bien hubo muchos elementos que se fueron ajustando a lo largo del avance del proceso, los aspirantes fueron registrados según lo marcó la normativa, hicieron campaña, se acercaron a la población y la misma población votó por ellos, así fuera un número muy pequeño. Un ganador debe de haber, aún sin importar que hoy en día haya personas que hayan visto publicidad sobre el proceso pero nunca hayan conocido o mínimo visto o escuchado propaganda de algún candidato o candidata.


Por el lado social, tal y como ocurre en todas las elecciones, existe una crítica constante a la baja participación ciudadana. En esta ocasión puede estar mucho más respaldada por la complejidad del proceso. Es sumamente increíble pensar que la ciudadanía debía de ir a votar por cargos de los cuales desconoce sus funciones y existencia, tener que seleccionar candidatos de tantas boletas y que, además, dichas boletas tengan un número tan grotesco de candidatos. Pero debemos llevar el análisis más allá, puesto que, si bien hoy el pueblo mexicano tiene la excusa de la complejidad del proceso, debemos analizar cómo históricamente hemos sido un país caracterizado por la baja participación ciudadana en todos los procesos que implican la renovación de los gobernantes. Si bien un oficialismo de tantos años durante el siglo pasado refuerza este ideario, no podemos culpar a la población por no participar en los procesos electorales cuando las necesidades y problemáticas siguen creciendo.


Los mexicanos, hoy en día e históricamente, no encuentran un vínculo o conexión con sus gobernantes porque no los ven como alguien a quien le importen sus necesidades. La corrupción, nepotismo, mala toma de decisiones y desidia por intentar generar vínculos más cercanos con los ciudadanos han llevado a seguir propiciando en las elecciones un clientelismo, y que así las personas voten solo por tener algún interés de por medio. Si bien no son la totalidad de la ciudadanía, sí debemos reflexionar lo difícil que es hoy en día acceder a conocimiento que haga que podamos conocer cómo funciona el sistema político de nuestro país. Por ello, la elección que acabas de presenciar no es un intento por tener un Poder Judicial democrático o más cercano, sino que responde a un juego de poder, tal y como siempre se ha manejado la política en nuestro país.

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