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PORVENIRES CONSTITUCIONALES; LA CONSTITUCIÓN DE HOY Y LA DEL MAÑANA

  • Foto del escritor: Maximiliano Cardona Ángeles
    Maximiliano Cardona Ángeles
  • 11 feb
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 17 feb



Escribir acerca de la historia constitucional de México en un artículo sería una ardua e imposible tarea para quien redacta las presentes líneas. A continuación, solo quiero expresar y plasmar mis constantes reflexiones personales sobre el inminente futuro constitucional que aqueja sigilosamente ahora y muy posiblemente en un futuro no muy lejano represente una piedra más en la historia de nuestro país.


Hasta este punto ya es bien sabida y conocida la denominada Reforma Judicial acontecida en 2024, que tuvo como punto toral reformular de manera drástica al Poder Judicial de la Federación y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al momento de ser redactado el presente artículo, las personas aspirantes a diversos cargos judiciales ya se encuentran debidamente registrados y con fecha agendada para rendir una entrevista con los respectivos Comités de Evaluación en los que realizaron el registro de su candidatura. 


Lo que seguirá en el camino a la elección judicial prevista para el mes de agosto será definir lisa y llanamente los nombres de las personas, hombres y mujeres, que integrarán las boletas electorales con diversos cargos de la judicatura federal. El futuro de dicha elección será incierto, pero algo ya es bien sabido y es lo referente al gran hito que representará en la historia constitucional de la República Mexicana.


Subsecuentemente a ello, las constantes alteraciones que ha sufrido última y reiteradamente nuestra Constitución nos hacen recordar viejos tiempos de la historia política-constitucional de nuestro país, teniendo siempre en mente esa incertidumbre acerca del futuro, del porvenir de los derechos de todos los ciudadanos mexicanos. 


Hoy en día, y en momentos como los que vivimos, nos hacen falta algunas palabras de aliento que nos den algún tipo de motivación y esperanza para seguir adelante, previendo el futuro inmediato de nuestra constitución y nuestras propias leyes. 


Todos sabemos que no es ajeno el tipo de problema que atraviesa nuestro orden constitucional mexicano, el sistema político que impera y ha imperado desde el siglo XX en nuestro país es el de la subordinación del derecho a los intereses y fines políticos particulares o grupales. Estando así nuestra Constitución a merced y disposición cambiante sin la previsión o el estudio necesario para fortalecerla realmente desde sus puntos más importantes que realmente requerirían cambios o reformas sustanciales.


Nos encontramos en un siglo donde los derechos deben imperar en su máximo esplendor en las sociedades, siendo la cúspide de las constituciones, y, por lo tanto, ser respetados y garantizados por los gobiernos en turno y los venideros. Pero desgraciadamente no sucede así en nuestra significativa pero muy frágil sociedad mexicana, en donde tales derechos fundamentales pueden ser objeto de alguna mal reforma constitucional o una simple arañada política, con el único fin de mantener y preservar algún tipo de poder; el cual pueda mantenerse a flote aun y cuando estas fuerzas políticas abandonen el banquillo sagrado en años posteriores.


A ciencia cierta no sabemos qué nos deparará tanto el futuro inmediato como el de largo plazo. Nuestra Constitución del hoy y del ahora pasó a ser —de manera más intensa y apresurada que en décadas anteriores— un simple documento para aquellas personas que se ostentan con un poco de poder y un colosal apoyo popular.


La Constitución de nuestro mañana y del futuro tendrá que ser pensada y reflexionada repetitivamente, con arduo rigor en los tiempos que nos vendrán encima, así como pensando en las futuras generaciones de ciudadanos y ciudadanas que habitarán nuestro territorio nacional. 


Quizá solo sean años lo que nos duren estas tensiones e incertidumbres constitucionales en las que vivimos, pero podrían convertirse en décadas si nadie, desde cualquier rincón desde el que se encuentre, intente luchar un poco para que las normas se respeten y la Constitución sea el alma viva de la República. 

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