NO EXISTE LA CENSURA… MIENTRAS HABLES EN VOZ BAJA
- Linda Araceli Torres Cabrera
- 7 jul
- 2 Min. de lectura

Dicen que en México hay total libertad de expresión, pero solo puedes alzar la voz mientras no incomodes a nadie de poder. Porque ahora la censura se disfraza de nuevas leyes o circunstancias que logran que periodistas, activistas o personas en redes sociales piensen dos veces antes de hablar.
No nos engañemos, cuando una ley permite eliminar contenido de internet sin orden judicial, cuando un instituto como el INAI es dejado en estado vegetativo y cuando la crítica se desacredita desde el poder, no estamos ante un ejercicio democrático, sino ante un proyecto político que tiene un objetivo claro: Silenciar las inconformidades sin que parezca censura.
Casos como el de la “Ley de Ciberseguridad”, que castiga a la crítica en redes sociales, o la reforma a la “Ley Federal de Telecomunicaciones”, que permitiría al Estado bloquear plataformas digitales por supuestamente mantener el orden público, son ejemplos claros de cómo el silencio puede legislarse. La censura moderna no necesita prohibir, solo desmotivar, nadie va a exigir que te calles, porque están haciendo de todo para convencer de que solo se tratan de mecanismos para proteger a la sociedad o combatir la violencia.
Esta situación ha generado un nuevo tipo de silencio, la autocensura, uno de los mayores riesgos para la libertad de expresión en este país, no es el castigo directo, es el ambiente de miedo que lleva a los ciudadanos a callar sus ideas, sus inconformidades y no hablar por el simple temor a las represalias.
Irónicamente, mientras se restringe el discurso público, se sigue defendiendo la libertad de expresión en los discursos oficiales. La notable contradicción es simple, se niega la censura, pero al mismo tiempo se multiplican los mecanismos para fortalecer a la misma: básicamente se tolera y respeta el derecho a protestar mientras no se levante demasiado la voz.
La censura moderna en México no llega en blanco y negro. No necesita cerrar periódicos, solo necesita saturar de versiones, debilitar instituciones, legalizar el silencio y dejar sin voz a quien no coincide. No hay necesidad de prohibir el micrófono si puedes cortar el internet. Y si no lo cortas, al menos lo regulas lo suficiente para que nadie lo use contra ti.
Así estamos hoy: sin INAI, con leyes mordaza, con periodistas bajo amenaza, y con una ciudadanía cada vez más desinformada, no porque no quiera saber, sino porque el Estado ya no quiere que sepa. Y si eso no es censura, entonces nos están dejando de escuchar... y tampoco nos conviene que lo hagan.
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