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LA DELGADA LÍNEA SEGURIDAD-CENSURA: RESPONSABILIDAD Y DERECHO A LA CRÍTICA

  • Foto del escritor: Raul Uriel Carbente Tezoquipa
    Raul Uriel Carbente Tezoquipa
  • 7 jul
  • 3 Min. de lectura

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Algo indispensable de todo Estado que se autodenomine “democrático” es el derecho de sus ciudadanos a criticar las acciones y posicionamientos de las autoridades que los representan y protegen a través de los medios de comunicación, siendo la forma más efectiva y directa de recalcar los errores o desapegos de las mismas, así como un buen uso del poder que se les ha dado.


A pesar de la necesidad de esta capacidad ciudadana, quizás es una de las facultades democráticas que más ha sido pisoteada por los Estados, ya fuera de forma descarada o más discretamente, sobre todo en un periodo tan convulso como lo fue el siglo XX. Sin embargo, las herramientas digitales han permitido que ahora estas críticas puedan brotar sin las limitaciones de intermediarios o medios tradicionales.


Redes sociales como Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram o Tik Tok han permitido que cualquier persona con acceso a un aparato con conexión a Wi-Fi pueda denunciar, criticar o evidenciar los abusos o errores de las autoridades, siendo muy diferente al siglo pasado, donde los medios de comunicación más importantes colaboraban directamente con el gobierno en beneficio de una imagen pulcra y perfecta.


Pero, así como los ciudadanos tenemos el derecho a la crítica, también tenemos la responsabilidad de hacer estos juicios de forma informada, con fundamentos sólidos y con la verdad, pues de otra forma, nuestros llamamientos no pasarían de ser chismes, insultos o desacreditaciones. Pasaríamos de una libertad de expresión al libertinaje de expresión, donde “la única opinión que cuenta es la mía”.


Y retomando la cuestión de las redes sociales, es donde más se ha manifestado este “libertinaje”, pues no en pocas ocasiones, muchos usuarios han aprovechado el anonimato de estas herramientas para perjudicar, difamar o acosar a sus semejantes con el objetivo de generar algún mal físico, mental o psicológico sobre las víctimas. Una oclocracia puesta en práctica, donde no son los ciudadanos quienes gobiernan, sino las turbas enardecidas.


Con ello, los gobiernos en tiempos recientes han aprovechado esta preocupación por el “libertinaje” para promover leyes o emprender acciones contra el mismo, pero en la práctica, únicamente buscan devolver al Estado la capacidad de invisibilizar o tomar acciones legales contra los actores que consideren incómodos o un obstáculo para sus proyectos personales, pero ahora aplicado al espacio digital.


Los casos que más han destacado en los últimos tiempos han sido la “Ley Censura” en el Estado de Puebla, las acciones emprendidas contra la prensa campechana por parte del gobierno estatal y la Reforma a la Ley de Telecomunicaciones, un proyecto que tuvo que volver a ser redactado debido a lo polémico de sus artículos, ya fuera por la enorme concentración de poder o lo ambiguo de los reglamentos.


Muchos miembros de la oposición han acusado, con justa razón, a estas leyes de vulnerar el derecho a la libertad de expresión de los mexicanos, sin embargo, muchos de estos entes podrían ser tachados de hipócritas, pues en los periodos en los que ha estos les tocó gobernar promovieron leyes o acciones que también vulneraron esta necesidad democrática tan básica.


Esta clase de “desprestigio de la libertad de expresión” por parte de la clase política nacional se puede ver tan solo en las estadísticas con respecto a la labor del periodismo en el país; México es considerado uno de los lugares más peligrosos para ejercer la profesión, con periodistas siendo asesinados o teniendo que publicar desde el anonimato año con año por haber criticado a la “gente incorrecta”.


Como se puede ver, la protección del derecho a la libertad de expresión, más que depender de las autoridades en el poder, es una facultad que se ha conseguido gracias a la lucha, movilización y valentía de millones de personas, por lo que es un deber el defenderla, pero a la vez, hacer un correcto uso de la misma y evitar caer en las actitudes tan destructivas del libertinaje.


“La libertad no es algo que se puede dar o tomar por el capricho de una persona, pues es tan esencial para la gente como lo es el aire. Sin ella, no solo uno se asfixia, también no habría vida, sólo oscuridad”.

 

 

1 comentario


evagiles
08 jul

Es un gran artículo, estoy completamente de acuerdo, gran forma de escribir.

Por favor sigue compartiendo tus opiniones, es importante que se siga hablando de estos temas 👏🏻



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