ELECCIÓN JUDICIAL: LECCIONES Y DECEPCIONES
- Camila Tepox Leonor

- 9 jun
- 3 Min. de lectura

Esta es la opinión de alguien como yo que acudí a votar para ver desde cerca la realidad del procedimiento y a cuantificar el duro golpe de la realidad al concluir que esto no fue un éxito.
Sin duda en las últimas semanas se han vivido momentos que han puesto a prueba al Gobierno de México, razón por la cual personalmente no me gustaría estar en su lugar. Desde el desafortunado homicidio de los dos funcionarios cercanos a la Jefa de Gobierno de la Ciudad hasta el interminable conflicto con la CNTE parecía que el país tenía los momentos más difíciles desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia.
Tenía pensado abordar alguno de estos temas, que por cierto no hay que olvidar, pero después de lo ocurrido entre el 1 y 2 de junio me parece necesario realizar una postura.A pesar de ello, puedo decir que este suceso marcará un hito en la historia contemporánea de México, pero eso no significa que vaya a terminar absolutamente con la crisis de injusticia, impunidad y corrupción en la que ha estado incrustado nuestro país y esto se ha vuelto una de las razones por las que la justicia clama con mayor fuerza en cada rincón, en cada estado de la República.
Desde un inicio se sabían los retos que conllevaba la elección judicial, no sólo por la desinformación, la falta de promoción de candidatos sino también desde el fondo, el bajo desempeño del comité de evaluación, candidatos y candidatas con inclinaciones partidistas. Esto no solo fue novedoso para los propios organizadores sino también para la sociedad y los candidatos que participaron, se trató de un proceso novedoso, al cual ninguno estaba acostumbrado a ver.
El afirmar que la elección del pasado 1 de junio fue un total ejercicio democrático me parece un grave error. Sobre todo por la gran cantidad de desinformación, falta de acceso a las propuestas de candidatos, la desigualdad de oportunidades que cada candidato tuvo al momento de darse a conocer a la sociedad.
Con ello me hace concluir que el contenido de la reforma al Poder Judicial pudo haber sido más sólida, dejando un tiempo más para analizar la manera en que la información de la elección fuera amplia e inclusiva ya que cuando acudí a emitir mi voto, la mayoría de personas (las pocas que asistían) se trataba de personas adultas mayores, no sabían cómo votar, no alcanzaban a leer, y sobre todo la gran cantidad de candidatos de los cuales llegaba a ser confuso elegir.
No. No fue un éxito, por ejemplo se dejó a un lado adultos mayores, personas en comunidades sin internet o quienes no tienen computadora o un smartphone, que simplemente quedan fuera del proceso.
Al final mucha gente prefirió elegir por la apariencia de algún candidato, por el título que tienen o por alguna palabra llamativa que hayan usado. Eso no es una evaluación con verdadero criterio, ni mucho menos una democracia real, esto lamentablemente lleva a decisiones poco reflexivas en algo tan importante como el sistema de justicia.
Cuando acudí a emitir mi voto, no fue para apoyar al partido ni mucho menos al gobierno en función. Confié que por lo menos en cuanto a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación quedarían personas preparadas, sin antecedentes de vínculos políticos. Pero lamentablemente desde mi perspectiva fue una decepción, al saber que en los resultados de la elección el partidismo del cual se buscaba evitar, seguirá imperando.






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