EL TRUMPISMO NO BLOFEÓ, O NO EN TODO.
- Plácido Alejandro Porras Castrezana
- 27 ene
- 2 Min. de lectura

El año 2025 volvió a empezar este 20 de enero cuando el magnate Donald Trump volvió oficialmente a la Casa Blanca por segunda ocasión para “hacer a América grande otra vez”. ¿Su principal agenda? La geopolítica sin diplomacia, sin tratados y sin organismos internacionales, más bien, con negociaciones uno a uno y al más puro estilo del capitalismo salvaje: que el más fuerte gane.
El presidente Trump oficializó una confrontación abierta contra todo el orbe en diferentes frentes. De manera interna, proclamó la victoria ante la añeja oligarquía política estadounidense, posicionó a la poderosa tecnoligarquía (Musk, Bezos, Zuckerberg, etc.) como sus principales aliados y declaró una guerra cultural contra el movimiento “woke” quitando todo apoyo a las causas progresistas (incluyendo la ecología).
En la política exterior, comenzó la batalla comercial contra China por la hegemonía mundial amagando con aranceles y demás amenazas, y ni si quiera Panamá se salvó cuando conminó con “recuperar” el valioso canal.
A mi parecer, la relación con México es especial, si bien somos su saco de boxeo preferido y piedra angular de su discurso, también somos su principal aliado por la ubicación geográfica y las condiciones socioeconómicas de nuestro país (Canadá implica más una competencia). Sabe que tiene que ser cuidadoso, cualquier paso en falso y podría tener a su principal enemigo (China) instalado en el “patio trasero”.
Aunque la narrativa antinmigrante y de la lucha contra el fentanilo si se materializaron en acciones concretas, los aranceles no se han hecho presentes por el momento. Si se me permite ser optimista, la declaración de emergencia en la frontera y el nombramiento de los carteles como grupos terroristas, es lo “menos peor” que nos pudo pasar hasta ahora. Un incremento de 25% en los aranceles sobre las exportaciones mexicanas sería un golpe brutal para nuestra, ya de por sí, frágil economía.
El estilo trumpista de hacer política es confrontativo, radical, impredecible y sobre todo mediático. Ante esto, al gobierno mexicano sólo le queda ser prudente y pragmático, no ser impulsivo ni actuar de manera anticipada. Donald Trump, en estos momentos, es el bully más poderoso del mundo y tiene que tratarse con la más fina diplomacia y utilizar, de una manera muy estratégica, todos los recursos que se tengan.
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