EL RENACER DE LOS EXTREMOS

La historia, la política, e incluso la moda son cíclicas y nos encontramos en un espacio importante de análisis en nuestro entorno donde al parecer la respuesta a todo es el extremo idealista, pero vamos por partes, es necesario explicar que existe en la ciencia política un espectro del pensamiento ideológico-político que sirve para identificar el pensamiento, se divide en cuatro cuadrantes según dos ejes: el económico y el social. En el eje económico, la izquierda apoya la mayor intervención del Estado para reducir desigualdades, mientras que la derecha defiende el libre mercado y la propiedad privada. En el eje social, el autoritarismo favorece un gobierno fuerte con reglas estrictas, mientras que el libertarismo busca más libertad individual y menos control estatal. Así, los cuatro cuadrantes son: izquierda autoritaria (Estado fuerte y economía controlada), izquierda libertaria (economía regulada, pero con libertades sociales), derecha autoritaria (mercado libre, pero con un gobierno estricto) y derecha libertaria (mínima intervención estatal tanto en lo económico como en lo social).

Lo importante es entender que como sociedad estamos ante un escenario de evolución extremista de posturas políticas donde su elemento básico es la simplificación del discurso y en la distinción entre "amigo y enemigo", lo que lleva a que los conflictos políticos tienden a radicalizarse y generar respuestas extremas que en su mayoría surgieron en respuesta a crisis políticas y sociales, a menudo como reacción a la amenaza percibida del otro extremo. Se han visto ejemplos de esta dinámica, como el ascenso del fascismo en respuesta al comunismo en Europa del siglo XX, o la reacción ultraconservadora contra gobiernos socialistas en América Latina. Todos ellos han estado centrados en una figura política fuerte como Donald Trump, Javier Milei, Jair Bolsonaro o en nuestro país Andrés Manuel López Obrador. Sea de derecha o de izquierda los patrones extremistas son los mismos tal como lo estipula la teoría de la herradura que describe cómo los movimientos de masas extremistas comparten patrones similares y pueden transformarse en su contrario según las circunstancias.

Los extremos políticos, en lugar de estar en polos opuestos, terminan pareciéndose en métodos y actitudes, pues, aunque sean motivos diferentes los que encabezan sus patrones de pensamiento, sus metas siguen siendo las mismas con base en ejercer el poder. Te preguntarás ¿de qué sirve que te explique todo esto? Sencillo, pues en estos contextos es muy evidente que la emoción siempre va por encima de la razón, de tal forma que estamos en espacios donde el pensar diferente es peligroso para los regímenes extremistas. Siempre es bueno pensar en la vida y en la política como una gran paleta de gris donde no podemos dar por certero que todo es blanco o negro, esto garantiza que forjemos un pensamiento critico y flexible no guiado solo por la emoción. La política no es fútbol, no tienes que escoger un equipo para siempre, y puedes estar a favor o en contra de todas las posturas y no dictaminar tu patrón de pensamiento por el lado que jale más fuerte de la cuerda.

Recuerda que vivimos en una sociedad que categoriza e individualiza los discursos para personalizar al enemigo en común y que nada está exento de esto pues incluso los algoritmos de las redes sociales siguen este patrón de ideologías y de creencias (dependendiendo a que lado de los extremos pertenezcan). Por lo tanto no hablamos de una indefinición personal o de una tibieza ideológica, si no de la capacidad pragmática de entender las actitudes tomadas por las élites del poder y de esta forma navegar de la manera más óptima entre lo que estamos dispuesto aceptar y lo que no, pues solo de esta forma seremos capaces de emitir una presión real en cualquier orden de gobierno que tengamos de frente, sea de derecho o de izquierda. Solo las sociedades críticas y con una capacidad reflexiva empujan a sus clases políticas a ser mejores continuamente y por tanto tener gobernantes más eficientes.  Así que en este mundo de extremos quizá y por más contradictorio que suene, el acto de mayor rebeldía antisistémica que podemos hacer es mantenernos críticos y neutrales.