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EL HORROR EN TEUCHITLÁN: UN REFLEJO DE IMPUNIDAD EN MÉXICO

  • Foto del escritor: Rodrigo Ivan Cabañas Patiño
    Rodrigo Ivan Cabañas Patiño
  • 28 mar
  • 3 Min. de lectura


El nuevo hallazgo de campo de exterminio en Teuchitlán, Jalisco, ha conmocionado a las personas en México y en todo el mundo. Este descubrimiento, vinculado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ha evidenciado el nivel de crueldad y barbarie con el que operan los grupos del crimen organizado en México. Se trata de un sitio donde, según reportes de medios nacionales e internacionales, se encontraron hornos crematorios y fosas comunes utilizadas para la desaparición de víctimas, una práctica que recuerda a los episodios más oscuros de la historia.


El rancho Izaguirre, epicentro de esta historia, ha sido identificado como un centro de operaciones del CJNG destinado a torturas, ejecuciones y entrenamiento. Según la Fiscalía de Jalisco, más de 1,300 objetos personales han sido hallados en el lugar, lo que ha brindado a familias de desaparecidos una presunta esperanza para encontrar respuestas sobre sus seres queridos. Sin embargo, la magnitud del hallazgo no solo refleja la brutalidad de estos grupos, sino también la ineficacia del Estado para contenerlos y prevenir estos crímenes.


La respuesta de las autoridades ha sido, una vez más, tardía e insuficiente. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha iniciado una investigación sobre la pasividad de las autoridades y su responsabilidad en permitir que este tipo de centros de exterminio operen con impunidad. Mientras tanto, la presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido medidas más firmes para enfrentar el problema de las desapariciones, aunque diversas organizaciones han cuestionado la transparencia de las cifras oficiales y la verdadera voluntad del gobierno de actuar con contundencia e inmediatamente.


El impacto de este hallazgo ha trascendido las fronteras mexicanas. Legisladores en Estados Unidos han comenzado a comparar estos campos de exterminio con los de regímenes dictatoriales, y se han intensificado los llamados para declarar a los cárteles de la droga como grupos terroristas. Además, informes recientes y a través de las redes sociales, se ha revelado que un rancho con el mismo nombre en Texas podría estar vinculado al CJNG, lo que subraya la capacidad expansiva de estos grupos y la necesidad de cooperación internacional para enfrentarlos, así mismo se evidencia al país vecino por su “desconocimiento”.


Sin embargo, en medio de la indignación y el horror, ha surgido un nuevo giro muy interesante en la historia. Recientemente, un supuesto grupo delictivo ha difundido un video en el que desmiente todo lo que se ha dicho sobre el rancho Izaguirre, asegurando que no es un campo de exterminio y que todo ha sido manipulado. Este pronunciamiento ha generado más dudas que certezas. ¿Se trata de una estrategia del crimen organizado para limpiar su imagen, o estamos ante una narrativa creada por otras fuerzas con intereses ocultos? La posibilidad de que todo haya sido orquestado para generar confusión o como una cortina de humo no puede descartarse.


En México vivimos una crisis de violencia que no puede seguir siendo ignorada. Más de 124,000 personas han sido reportadas como desaparecidas en las últimas décadas, y cada nuevo hallazgo de fosas clandestinas demuestra la magnitud de esta tragedia y el posible desconocimiento de las cifras reales. La impunidad y la corrupción han permitido que los cárteles sigan operando sin consecuencias reales. La pregunta que surge es: ¿Hasta cuándo se permitirá que el crimen organizado dicte las reglas en amplias zonas del país? O se aplica el dicho “A los amigos honor y justicia; A los enemigos la Ley”


Es importante que el gobierno deje de lado los discursos vacíos y adopte una estrategia integral que no solo combata a los cárteles con fuerza, sino que también refuerce el Estado de derecho, apoye a las víctimas y ataque las raíces estructurales de la violencia. Sin una acción decidida, casos como el de Teuchitlán seguirán repitiéndose, y la sociedad mexicana continuará atrapada en un ciclo de horror, estancamiento y desesperanza.


El descubrimiento del campo de exterminio en Jalisco, o la posibilidad de que todo haya sido un montaje, es un recordatorio doloroso de la crisis humanitaria que enfrenta el país y la humanidad. Cada objeto encontrado en el rancho Izaguirre representa una vida truncada y una familia en duelo. La indiferencia no es una opción. La exigencia de justicia y verdad debe ser el camino para evitar que esta historia se repita.


Hasta la próxima…

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