EL INE Y LA SALUD DEMOCRÁTICA DE MÉXICO: UN ANÁLISIS A LA LUZ DE LAS ELECCIONES HISTÓRICAS DEL PODER JUDICIAL
- Martin Orozco Vazquez

- 17 abr
- 3 Min. de lectura

En la historia política de México, el sometimiento de las instituciones a los poderes del Estado no es una práctica nueva. A lo largo de las décadas, los diferentes gobiernos han buscado mantener el control del poder político a través de la subordinación de organismos clave. Este fenómeno, que podría considerarse parte de una larga tradición autoritaria, no sólo ha limitado la autonomía de las instituciones, sino que también ha afectado la confianza de la ciudadanía en el sistema democrático del país. El Instituto Nacional Electoral (INE), creado en 1990 como un referente de independencia y democratización, ha sido uno de los principales actores encargados de garantizar la equidad en los procesos electorales. Hoy, en el contexto de las elecciones históricas del poder judicial, resulta crucial reflexionar sobre el papel del INE y su relación con los procesos democráticos actuales.
Desde 2018, cuando el partido MORENA llegó al poder con un apoyo popular arrollador, uno de los principales rasgos de su administración ha sido el debilitamiento progresivo de las instituciones que, en principio, deberían garantizar el equilibrio de los poderes del Estado. MORENA, con la figura de Andrés Manuel López Obrador al frente, siguió una narrativa que justifica este debilitamiento en nombre del "el pueblo elige", argumentando que el pueblo ha dado su mandato para transformar las estructuras de “la mafia del poder”. Bajo este enfoque, las instituciones como el INE han sido vistas por muchos como obstáculos a la voluntad popular, y su independencia ha sido puesta en cuestión. Este debilitamiento institucional ha generado un escenario donde el poder ejecutivo parece tener mayor control sobre decisiones claves, dejando de lado la autonomía de organismos que históricamente fueron los encargados de garantizar la equidad y la justicia en el ejercicio de la política.
El INE, según su mandato constitucional, debería garantizar la pluralidad y equidad en las elecciones, en el caso de las elecciones del poder judicial, la situación es distinta. En lugar de convocar públicamente y permitir que los aspirantes cumplieran con los requisitos para competir de manera abierta, el INE se limitó a gestionar una lista de candidatos seleccionados previamente por el poder ejecutivo, legislativo y judicial, sin promover una competencia real.
Este hecho es revelador, pues nos enfrenta a la realidad de que el INE, lejos de ser un ente independiente y autónomo, se ha convertido en un instrumento técnico al servicio de las decisiones políticas tomadas por otros actores. En lugar de ser un facilitador de la democracia, el INE parece haber aceptado una función más limitada, una especie de "operador técnico" que facilita el proceso electoral sin realmente garantizar que los ciudadanos tengan la posibilidad de elegir libremente a sus representantes en el poder judicial.
Este escenario no solo cuestiona la autonomía del INE, sino que también refleja un retroceso en la consolidación democrática de México. Si bien las elecciones del poder judicial son de naturaleza compleja, el hecho de que el INE no garantice un proceso abierto nos sitúa en una situación preocupante: el regreso de prácticas autoritarias donde las instituciones del Estado son manipuladas en favor de quienes ostentan el poder. La creación del Instituto Federal Electoral (hoy INE) fue un avance crucial para la democratización de México, pues permitió que los procesos electorales fueran menos susceptibles a las manipulaciones de los actores políticos.
Ahora que el INE parece fungir como una pieza más en este engranaje controlado por otros poderes, se pone en riesgo ese gran logro ciudadano. No solo se debilita el INE como garante de la democracia, sino que también se abre la puerta a una mayor concentración del poder, sin contrapesos ni mecanismos que garanticen la independencia de las instituciones.
CONCLUSIÓN
El INE es, sin duda, un pilar de la democracia mexicana. Sin embargo, las circunstancias actuales nos muestran que, se corre el riesgo de regresar a prácticas autoritarias que ya se creían superadas. El escenario político frente a las elecciones del poder judicial es una oportunidad para la reflexión del funcionamiento institucional y su aportación a una mejor salud democrática de México.






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