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DONALD TRUMP: ¿FINAL O REESTRUCTURACIÓN DEL ORDEN POST-GUERRA FRÍA?

  • Foto del escritor: Raul Uriel Carbente Tezoquipa
    Raul Uriel Carbente Tezoquipa
  • 16 abr
  • 3 Min. de lectura

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En 1992, Francis Fukuyama publicó su libro El Fin de la Historia y el Último Hombre,  donde plantea que, tras el colapso tanto de la URSS como del mundo comunista,  las guerras ideológicas habrían llegado a su fin, con las democracias liberales como  las grandes ganadoras de esta contienda y a partir de ahora, los valores del libre  mercado, el gobierno representativo y el Estado de Derecho dictarían el siglo XXI. 


Esta afirmación, ya de por sí polémica en su momento, pareció ser una verdad  durante la última década del siglo XX, con unos EUA que ahora eran la única superpotencia, la cual propagaba sin restricciones el sistema “neoliberal” por todo  el mundo, además de favorecer tanto a los grandes capitales como la interconexión  global de las cadenas de suministro y las redes de comercio. 


Esta época dorada no duraría mucho, pues su primer reto llegaría con los ataques  del 9/11, los cuales demostraron que los EUA no era tan invulnerables como se  pensaba. Los próximos años traerían más rupturas con el orden establecido, como  la Guerra contra el Terrorismo, el ascenso de China como superpotencia, la Crisis  Financiera del 2008, la elección de Donald Trump como presidente de los EUA en  el 2016, el Brexit y la pandemia del COVID-19. 


Al hablarse de Trump, debe mencionarse la agenda que manejó en su primer mandato, centrada en inmigración, crítica al progresismo e izquierda, abandono de  tratados internacionales en materia armamentística o ambiental y restructuración  fiscal estadounidense. Sin embargo, estos esfuerzos no aseguraron su triunfo en el  2020, fruto de su impopularidad ante el manejo de la pandemia por COVID-19. 


Lejos de retirarse de la política, Trump utilizó varios métodos para intentar mantener el cargo de presidente, siendo la mayor representación de esto el asalto al  Capitolio a inicios del 2020 por parte de varios seguidores suyos. Posterior a su  presidencia, redobló sus esfuerzos por regresar en el 2024, que, mezclado con una  depreciación de la imagen política del presidente Joe Biden, la pobre imagen  institucional del Partido Demócrata, la amenaza de recesión y el apoyo de los  grandes capitales tecnológicos, le permitieron retomar el Despacho Oval por 2a vez.


Tan pronto como Trump regresó, comenzó sus esfuerzos por neutralizar tanto en la  administración pública estadounidense como en el Partido Republicano a aquellos  elementos que lo “traicionaron” en su presidencia anterior, además de eliminar o  limitar todas aquellas instituciones que podrían significar un contrapeso a su poder  presidencial, algunas con éxito y otras con barrera por parte del propio sistema. 


No pasaron ni 2 meses de su 2° mandato para que el orden establecido tras la  Guerra Fría comenzara a tambalearse, pues retomaría su agenda de una forma más  radical y agresiva, con acciones como deportar a migrantes a cárceles en el  Salvador, dificultar el acceso a la ciudadanía a todo aquel no nacido en suelo  estadounidense, suspender todo apoyo a políticas relacionadas con “la cultura  woke”, romper con organismo internacionales como la OMS, el CDHONU o la CPI  y suspender las ayudas militares y económicas a Ucrania. 


En los últimos días, el mundo se ha tambaleado debido a la última medida de Trump:  la imposición arbitraria de aranceles a otros países. Si bien, esta medida en un inicio  solo fue usada contra los vecinos inmediatos de EUA (Canadá y México), pronto  también la aplicarían con todos los demás países, sin distinguir entre aliados (Unión  Europea, Japón, Argentina) o enemigos (China, Venezuela, Irán). 


Por más que el inquilino de la Casa Blanca insiste en que estas medidas son para  “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo” y “liberarlo de los abusos” comerciales  del extranjero, los efectos inmediatos han sido el desplome de todas las bolsas de  valores del mundo (con excepciones), el temor del estallido de una recesión  internacional parecida a la del 2020 y sobre todo, la depreciación de la imagen de  los Estados Unidos como un socio confiable. 


Aunque a fechas de la escritura de este documento, Trump pausó la aplicación de  estas medidas, esto solo ha demostrado que el estilo de negociación del presidente  es impredecible y nada confiable, donde lo más importante es promover el libre  mercado únicamente si beneficia a los EUA, que las únicas voces que cuentan son  aquellas que mantengan un discurso empalmado con el del presidente y sobre todo,  que el nuevo orden se base en la fuerza y el poder antes que en la diplomacia, las  instituciones o el Estado de Derecho; una clara treta al legado de la Guerra Fría.

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