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UN DERECHO SEMIHUMANO EN UNA CONSTITUCIÓN SEMI FUNDAMENTAL

  • Foto del escritor: Juan Pablo Rosas
    Juan Pablo Rosas
  • 18 abr
  • 3 Min. de lectura


¿QUÉ ROLLO CON LA NORMA FUNDAMENTAL?

 

Parece que actualmente no es relevante lo que dice la Constitución; pues, luego de ochocientas (y pico) reformas, podríamos decir que este es un “barco de Teseo” a la mexicana. Pero, aún más allá de que el contenido de la Carta Magna haya sido prácticamente sustituido, es importante poder valorar lo que aún sería de relevancia. Sobre todo, como criterio para cuestionar su naturaleza “fundamental” y “humana”, y para fundar y motivar algo que de por sí es notable: sus grandes inconsistencias. Reflexionar sobre el qué, quién, cómo, cuándo, dónde, porqué y para qué, será importante si se pretende establecer que nuestro “sistema jurídico” en la forma en que se comprende en ámbitos de creación, interpretación y aplicación de conceptos, normas y figuras, no se enfoca en salvaguardar el derecho, o proteger los derechos.


EL DERECHO Y LOS DERECHOS: ENTRE LA LEY Y LA JUSTICIA NO HAY IGUALDAD NI EQUIDAD

 

Han pasado casi quince años de la reforma constitucional sobre derechos humanos, teniendo avances positivos pero relativos, que significan mucho o poco para unos u otros, depende de cómo se vea; pero hay algo fuera de foco: El Pacto de San José, convención que el gobierno mexicano ratificó en los ochenta. Dando a entender que desde entonces forman parte del sistema jurídico nacional, de esa “Ley Suprema de toda la Unión”, no a partir de la reforma.1 Esa es la primera gran inconsistencia.


No solo se trata de cuestionar cuáles son sus supuestos elementos (universalidad, interdependencia, indivisibilidad, y progresividad), y si esto es “todo lo que pueden ser”, sino del valor, relevancia, y efecto que tienen sobre el ser o el deber ser cuando distinguimos lo formal, práctico y real de lo material, teórico e ideal a partir de ello.


Pero, además, de la poca certeza de que exista al menos una posibilidad -por más improbable que sea- de que, la justicia y la ley, según los elementos que la deben componer, los conjuntos que la pudieran estructurar, y las perspectivas que la tuviesen que modelar, tengan como principio o finalidad la igualdad o la equidad del ejercicio y protección de los derechos (cual sea su clase o rama) en los espectros del derecho que hemos explorado (positivo o natural). ¿La solución o el problema jurídico se puede formar, explicar y resolver de manera más sencilla o compleja si se analiza como acto o como hecho? Pero más importante: ¿Qué hay en medio?


LA MORAL Y LA ÉTICA: ¿LAS PERSONAS BUENAS DESOBEDECEN LEYES MALAS?


La complejidad y ambigüedad del contenido constitucional daría para otro libro de “WTF con…”, pues, junto a las incongruencias, vacíos y antinomias aprovechadas por una importante cantidad de individuos y grupos por medio de interpretaciones y aplicaciones cuestionables de la creación jurídica, sirve exclusivamente para darnos claridad de que en algún punto de la historia pasamos de tener la Constitución más moderna del mundo, a un simple pedazo de papel con extensas oraciones que hoy no representan más que esperanzas vacías… ¿buenas o malas? Depende de cómo observarlo: La moral que posee el individuo o la ética dictada por la sociedad. Después vendrán más reproches y juicios de valor, pero, la pregunta es: ¿Dar más peso a extremos que son incompatibles o a una (dorada, pero) mediocre integridad? 


¿Reflexiones similares podrían hacernos ver porqué hay individuos que optan por corromper, desobedecer, criminalizar, politizar, o hacer opaco y programático la ley, justicia y derechos sobre considerado “adecuado” para el desarrollo y bienestar?


LA JERARQUIZACIÓN Y LA DEMOCRACIA: SUPREMACÍA DE LA SOCIEDAD O EL GOBIERNO


La Constitución indica conceptos que, idealmente, son compatibles, pero realmente son incluso contrarios. ¿Qué les da validez, o cómo se las da? Nadie sabe a ciencia cierta, supuestamente serían los factores reales de poder, pero si el poder dimana del pueblo para sí, no habría sentido en tener un Estado controlado por los Partidos, una restricción a proteger los Derechos Humanos según su origen (con discusiones jurisprudenciales que dan a entender que garantizar la integridad y respetar los derechos depende de unos u otros menos de las autoridades del Estado), y separar lo demás como instituciones y conjuntos de elementos “independientes” interpolado a que la ciudadanía es el niño con el control desconectado que falsamente participa mientras los políticos y funcionarios juegan tranquilamente para “mejorar a México”.


¿EL PASADO Y EL FUTURO DEL PAÍS? 


Simulación, surrealismo, sadismo y sátira. Eso es lo que vivimos cada día en el país, y parece indicar que la situación en el ámbito económico, político, cultural y social seguirá siendo inestable hasta que no se analice de forma más seria y profunda las consecuencias de creer que la objetividad es ideal como contenido en entes vacíos.

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