TRUMP, LOS CÁRTELES Y LA SOBERANÍA MEXICANA: ¿COOPERACIÓN O INTERVENCIÓN?
- Roberto Altamirano

- 26 ene
- 3 Min. de lectura

No hay duda de que el personaje más popular del momento y protagonista de las primeras planas de la semana es nada más y menos que el 47º presidente de los Estados Unidos de América, Donald J. Trump, quien asumió este 20 de enero su segundo mandato presidencial, con una imperiosa autoridad la cual no recuerdo haber visto en otro mandatario estadounidense.
El magnate neoyorkino, famoso por su retórica sensacionalista -que en algunas ocasionas tilda en lo populista- comenzó su llamada “Golden Age” con una demoledora cifra de 26 órdenes ejecutivas en el primer día de mandato, de acuerdo con el portal “El Grand Continent”. Cabe hacer mención que estos mandatos no requieren la aprobación del Congreso de EE. UU.; sin embargo, como en todo Estado de Derecho, pueden ser anuladas si se hace la declaratoria de inconstitucionalidad. Pero más allá de las formas y los números, lo que verdaderamente tiene en vilo a los vecinos del tío Sam, son los temas que abordan estas órdenes ejecutivas.
Las cartas están sobre la mesa: desde temas migratorios, aranceles, género y comercio; pero hay uno en específico que ha sido un tema álgido desde ya hace unos meses que se viene debatiendo, que es la declaratoria de los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras.
¿Qué implicaciones tiene?
Gabriella Siller, directora de Análisis Económico en Grupo Financiero BASE, expresa que, aunque pareciera ser una acción positiva a primera vista, los problemas para México irían desde las sanciones a las que podría ser sujeto, así como el debilitamiento de las relaciones diplomáticas ante la injerencia del ejército norteamericano en suelo mexicano.
No obstante, un escenario más optimista es el que vislumbra el especialista Carlos Pérez-Ricart, quien afirma que esto podría representar una “buena noticia” siempre que la dinámica de trabajo bilateral entre México y Estados Unidos se focalice inteligentemente en la disrupción de las organizaciones violentas, específicamente, en los diversos actores que permean en el negocio de la droga.
Y es que como señala Pérez-Ricart, algo que no se está visualizando es que tanto México como Estados Unidos persiguen objetivos distintos cuando se habla del narcotráfico: para nuestro país el problema principal ha radicado en el recrudecimiento de la violencia generada por la guerra entre cárteles, lo que ha costado la vida de muchos connacionales y la tranquilidad de quienes habitan los llamados estados “calientes” (Sinaloa, Michoacán, Jalisco, Zacatecas, Tamaulipas, etc.), a diferencia de nuestro vecino del norte, cuyo único interés radica en frenar la entrada de droga a suelo norteamericano para poder mitigar así el consumo, un problema de salud pública que tan solo en 2022 dejó una cifra aproximada de 108,000 muertos por sobredosis y que actualmente sigue incrementándose.
Ahora bien, con todo este murmullo de una inminente imposición norteamericana y analizando las posturas de ambos países frente al problema, habría que cuestionarnos, ¿realmente son objetivos excluyentes entre sí, o se trata más bien de dos caras diferentes pertenecientes a un mismo prisma?, ¿no será que esta tendencia de querer segregar siempre los problemas por sus causas nos limita a abordarlos de una manera más integral? Personalmente considero que, si el Gobierno Mexicano está parado frente a una postura irreversible con Estados Unidos, la mejor propuesta política de nuestros diplomáticos debe ser la de “ganar, ganar” y terminar de una vez por todas con un tema que lastimas en el colectivo social y en el que todas las administraciones pasadas (no importa el color), incluyendo la presente, han quedado a deber a los mexicanos.
¿Que la soberanía está comprometida? Sí, no es para menos una intervención extranjera de inteligencia militar en nuestro territorio, pero para una entidad como Sinaloa que vive en carne propia las hieles de la ingobernabilidad, la necesidad de restablecer el orden social y la seguridad de sus habitantes provocan el clamor por acciones inmediatas y contundentes, un estado en donde apenas el domingo pasado un menor de 12 años pereció producto de un ataque armado a su familia.
De manera que está en manos del Gobierno Mexicano darle vuelta a un discurso de “invasión” por uno de “cooperación” y bilateralidad, solo hace falta voluntad política, aunque eso pocas veces (o nunca) se ha visto en nuestro país.






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