¿SALUD PARA EL PUEBLO O SALUD PARA SU CAMPAÑA? UN ANÁLISIS DE LOS ACTOS ANTICIPADOS DE CAMPAÑA DE LA SENADORA ANDREA CHÁVEZ
- Jean Carlo de Ita

- 16 abr
- 3 Min. de lectura

En la arena de la política mexicana, los límites entre el servicio público y la autopromoción suelen desdibujarse mientras más se acercan las elecciones. Los actos anticipados de campaña son uno de los síntomas más evidentes de esta ambigüedad. Recientemente, la senadora Andrea Chávez ha sido señalada por realizar actividades anticipadas de campaña que, si bien se presentan como actividades de compromiso social, podrían interpretarse como actos de posicionamiento electoral en Chihuahua.
La polémica gira en torno a su participación en brigadas de salud y la inversión millonaria por parte del sector privado. En apariencia, estas actividades buscan acercar servicios médicos a comunidades marginadas, lo cual es benéfico. Sin embargo, el problema surge cuando estas acciones se promueven bajo una narrativa personalista, con una presencia constante de la imagen de la senadora, su nombre rotulado, y discursos que sobrepasan los límites.
La pregunta es inevitable: ¿estas acciones fueron realizadas para beneficiar a los ciudadanos o para beneficiar su imagen? La respuesta no es sencilla, pero es crucial hacer un ejercicio crítico de saber cómo muchas veces los recursos se utilizan para beneficiar a los legisladores. Cuando una senadora aparece rodeada de cámaras en eventos que, de forma indirecta, resaltan su figura más que el servicio brindado, se instala la sospecha de que el interés real no es únicamente el bienestar social, sino también el capital político.
La ley electoral es clara en cuanto a los tiempos de campaña. Existen periodos definidos para hacer campañas electorales y saltarse estos tiempos no solo vulnera el proceso democrático, sino que también abre la puerta al uso de recursos privados ilegales, con fines que podrían no ser del todo transparentes. Aún cuando la senadora argumentó que su intención es servir al pueblo, hay un entramado mediático y la estrategia de visibilización utilizada hace pensar en una lógica distinta: la del marketing político.
En este contexto, se vuelve necesario preguntar si quienes ocupan cargos públicos están usando su posición como plataforma para futuras candidaturas. ¿En qué momento el servicio a la ciudadanía se convierte en una campaña política? ¿Y cuántos de estos actos altruistas no son más que fachadas de intereses personales?
La democracia se debilita cuando las reglas del juego se evitan de forma vil. Es responsabilidad de los propios partidos políticos vigilar estos comportamientos. Ante esto resulta lógico que la presidenta Claudia Sheinbaum haya mandado una carta para evitar actos anticipados de campaña, porque la política debería ser un espacio de servicio auténtico, no un escaparate de ambiciones. Y en casos como el de la senadora Andrea Chávez, más allá de los beneficios inmediatos que sus actividades puedan traer, el trasfondo invita a reflexionar: ¿quién ganó más con estas acciones?, ¿la salud del pueblo o la imagen de la senadora?
Es relevante destacar que muchos políticos de Morena han optado por enfocar sus energías y recursos hacia beneficios personales, en lugar de unificarse para enfrentar la situación crítica que atraviesa el país. En medio de desafíos importantes y demandas de cambio, la tendencia a promover intereses particulares y estrategias de autopromoción no solo desvía la atención de los problemas reales, sino que también debilita la unión interna necesaria para impulsar reformas sustanciales. Este comportamiento genera un debate en quienes esperamos un enfoque de soluciones integrales para la nación, aún no es tiempo de hacer campañas y los legisladores de Morena se deberían de enfocar en alinearse a las órdenes de la presidenta, en vez de atender prioridades personales.





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