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PAGANDO ENTRE CIUDADES

  • Foto del escritor: Jonathan Juarez Luyando
    Jonathan Juarez Luyando
  • 3 feb
  • 5 Min. de lectura

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Quienes vivimos en las ciudades hemos usado o sido testigos de la cotidianidad que es ver a la gente pagar con solo acercar nuestra tarjeta, teléfono o reloj a las terminales, ser parte del contactless, o al abordar al transporte público; e incluso hecho transferencias desde un QR y usar apps de los bancos. Pareciera que ir a depositar al OXXO o traer efectivo es ya muy vintage. La realidad es que cuando cambiamos de entorno y llegamos al tianguis, a los tacos o la provincia, nos damos cuenta de lo lejos que están de ser comunes los métodos de pago digitales sean posibles.

 

El panorama general es que a nuestra sociedad le encanta seguir trayendo la morralla, ejemplo de ello, sabemos que es quincena o cayó el aguinaldo cuando salimos y vemos las enormes filas en los cajeros, de la gente que saca todo el efectivo posible de sus cuentas; y no solo eso, en el panorama particular, por obligación o gusto, según sea el caso, debemos seguir trayendo dinero en efectivo para poder movilizarnos en el transporte; comprar en los tianguis, mercados y tiendas de la esquina; etc.

 

La esencia mexicana es centralista, porque siempre damos prioridad a la cara del desarrollo, y aquí es donde prevalece la brecha de accesibilidad a la que los mexicanos tienen al sistema bancario.

 

De acuerdo con los datos presentados por el  Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares en México hasta el 2023, la población entre 6 años y más años es usuaria a los servicios de internet fue de 81.2%; más adelante notamos cuál es la población que hace el uso de medios de pago distintos al efectivo, dado que, el 30.5% de la población urbana usa el internet para operaciones bancarias digitales, por el contrario, el mismo uso en la población rural lo realizan el 12.6% de los usuarios. De los 92.8 millones de mexicanos en promedio que disponen de un smartphone solo el 31.9 acceden a la banca móvil. Las cifras nos hablan de una sociedad poco interesada e informada, e incluso que puede estar limitada en acceso al mercado bancario nacional, y por último una sociedad cómoda en el uso de dinero en efectivo.

 

No es mentira que la sociedad mexicana está cómoda con el uso del efectivo, la última Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, en su edición 2021 revela que a nivel nacional el 78.7% de la población realiza compras en efectivo de 501 pesos a más y el 90.1% compras de 500 pesos a menos, frente a los demás medios de pago conocidos hasta ese año.

 

Como lo mencioné anteriormente, en México tenemos un problema que en conjunto con la educación, trabajo, salud y seguridad forma parte del paquete que podría solucionar la pobreza y se llama inclusión financiera. Este concepto tan básico y tan poco conocido es en resumen qué tanto acceso y uso tenemos la población a los productos financieros, cuánta protección se nos otorga como consumidores del mercado financiero y qué tanta educación financiera poseemos. Y sí, en México existe un plan para atender esta agenda tan diversa y poco hablada.

 

La inclusión financiera en la legislación mexicana

 

Aunque México tiene una gran historia económica, nuestra legislación hace 30 años tomó rumbo por buscar proteger a los consumidores de productos financieros, a raíz de la crisis de 1994 se crea el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB) en 1999 con la promulgación de la Ley para la Protección al Ahorro Bancario, y este le garantiza a todo tenedor de una cuenta bancaria el pago de hasta 400 mil unidades de inversión de las operaciones. Y también tenemos a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF) a la que básicamente puedes acudir a quejarte de que el banco o cualquier institución financiera de la que seas cliente no está actuando de manera correcta en sus servicios. Estas dos instituciones se encargan de darnos a los usuarios de servicios o productos financieros una protección.

 

Por otra parte, considero que México se encuentra rezagado en atender la educación financiera, si bien, existe la “Semana de Educación Financiera” que se lleva a cabo año con año, no es suficiente, no existe un plan en la educación pública en la que se promueva la visibilidad de las finanzas personales a la población; no dimensionamos que hemos egresado generaciones sin saber acerca de impuestos e inversiones, de manera sencilla y clara, sin tantos tecnicismos; fuera de una agenda pública, las instituciones bancarias de mayor renombre en el país, no han logrado dar apertura a los suficientes espacios en los que la gente pueda informarse de qué ofrecen; y de ser que hubiera la suficiente accesibilidad, se le quitarían de encima a la población tantos estigmas y mitos que se han creado por tantos años del mundo financiero, al grado de satanizarlo.

 

¿Cuánto hemos avanzado?

 

Es así que podemos estar rodeados de todos los avances en métodos de pago que las instituciones bancarias han realizado e innovado, pero cuando volteamos a ver otras partes de las ciudades, cuyo desarrollo es lento, o fuera de las ciudades, notamos que no es tan cotidiano como creemos, solo el 27.3% del uso de internet es para operaciones bancarias, desglosado por región, en la urbe este uso representa el 30.5% y en la región rural el uso es del 10.5%, solo entre quienes son usuarios a internet, lo anterior al año 2023 con datos del INEGI.

 

Cuando nos metemos a estudiar el avance de la inclusión financiera, mediante la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera del año 2021, se revela la concentración del uso de otros medios de pago distintos al efectivo, en promedio a nivel nacional el 19% de la población es usuario a estos métodos, segmentado vemos que de las 6 regiones del conjunto, tan solo la Ciudad de México se posiciona en primer lugar con tan solo el 28.7% y en último lugar la zona Sur (Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) con tan solo el 12.4% de la participación, nuevamente el mercado financiero tener mayor relevancia como método de pago en las ciudades que en las zonas rurales. Tan solo de 2018 a 2021 la población con al menos un producto financiero pasó de 54 millones a 56.7 millones, es decir, un incremento del 5% en 3 años.

 

Opinión razonable

 

Más allá de las políticas y el centralismo social en el país, pareciera que los organismos financieros (públicos y privados) no están siendo tan atractivos entre la población para empezar a dejar de usar el efectivo, usar las tandas como un modelo falso de ahorro y empezar a ver el crédito como una oportunidad de crecimiento económico, ser asesorados de la información actualizada para comparar y elegir el producto que más le favorezca. Aunque los usuarios a programas sociales de cualquier gobierno cuentan con tarjetas bancarias, particularmente del llamado Banco del Bienestar, estas se ven limitadas en su uso y en infraestructura para el retiro de efectivo, viéndose obligados en ocasiones a recurrir en los cajeros de otros bancos que cobran cuotas por el retiro de efectivo de las cuentas, porque los usuarios no pueden pagar con las tarjetas del Banco del Bienestar.

 

Existe mucha información, en especial propagandística, pero la gente en realidad no tiene la idea de términos como interés, el mercado financiero continúa siendo muy técnico. Además, detecto que las generaciones Baby bommer y Bommer siguen estancadas en querer emigrar a la digitalización de los medios de pago, adicionando que existe gente que evita a toda costa la declaración de ingresos y el pago de los impuestos correspondientes. Lo único de lo que me puedo asegurar es que digitalizando los medios de pago con una cobertura mayoritaria, habría una ruta del dinero clara y la corrupción disminuiría de manera considerable.

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