LEGISLAR PARA LA ESPERANZA: UN CAMINO HACIA LA JUSTICIA PARA LOS PUEBLOS Y COMUNIDADES INDÍGENAS Y AFROMEXICANAS

“Las minorías no tienen sitio cuando la mayoría tiene donde apoyarse” 

Nicolás Maquiavelo. 

Hablemos de la Ley General de Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas, un tema que ha sido considerado como el resultado de una deuda histórica que se ha tenido con estos pueblos y comunidades, que pese al paso del tiempo han estado firmes y perseverantes inmersos en un México que durante mucho tiempo desamparó a aquellos que lo conforman, teniendo actualmente en sus manos la posibilidad de una vez más brindarles nuevas oportunidades y finalmente darle reconocimiento a la valía de sus derechos en esta sociedad, con la que se tiene el deber de reparar de alguna manera todo el daño que se ha generado por décadas, pues recordemos que estos grupos sociales no son solamente el corazón de la historia y los antecedentes de nuestro país, sino que además son patrimonio cultural puesto que a pesar de todos los atropellos que han existido en su contra han perdurado sus lenguas, usos y costumbres sin el apoyo de nadie más que del mismo pueblo.

Ahora bien, si estudiamos esta ley nos vamos a encontrar con algunas de las limitaciones propias del tema, como lo son los peligros de que esta misma resulte inoperante ante el rezago de las instituciones al salvaguardar los derechos que se adquieren a través de esta misma, uno de mis mayores temores recae en la posibilidad que solo sea la fachada de uno de los famosos “apoyos sociales”, en donde el recurso es el principal motor y la espina dorsal de este precepto legal; lo que necesitan los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas no es solo un espacio en el recurso público, necesitan también que se reconozca, se visibilice, promueva y garantice la libre determinación de los pueblos y que en esta actualidad en donde la inclusión sigue siendo un término en boga, realmente se sienta el apoyo a las personas integrantes de estas comunidades, que efectivamente cuenten con la seguridad de que siguen formando parte del pueblo mexicano, y que los atropellos del pasado se quedan exactamente en el pasado.

Tengo mucha esperanza en que realmente el cuerpo legislativo encargado de elaborar esta ley, considere la esencia de las necesidades de este sector tan importante de la población, pues dentro de este grupo algunas legisladoras se han abanderado en esta causa como miembros de los grupos y pueblos indígenas y afromexicanos.

Ser la voz de quienes no pueden alzarla, independientemente del partido que representan, es un deber social, es una obligación y más cuando de primera mano, experimentaron estos atropellos, ya sea por sí mismas o a través de sus núcleos cercanos.