EL PODER LEGISLATIVO Y LA PROCRASTINACIÓN NACIONAL: PENDIENTES LEGISLATIVOS DEL CONGRESO DE LA UNIÓN
- Silvia Cervantes
- 14 may
- 2 Min. de lectura

Comenzaré hablando de la “procrastinación”, desde una perspectiva psicológica, la entendemos como un comportamiento de evitación que implica postergar tareas, a menudo con la creencia de que se hará mejor bajo presión o cuando el plazo está más cercano. Por otro lado, este comportamiento se ve influenciado también por factores como la aversión a la tarea, el miedo al fracaso, la baja motivación y la dificultad para gestionar las emociones.
Ahora bien, si hablamos de los pendientes legislativos que se han ido acumulando en la agenda legislativa, nos encontramos ante temas “sensibles” que se han ido postergando, algunos por la atención mediática que en su momento han estado teniendo, y otros más, que por ser temas que tienen alcances inimaginables, es mejor “estudiarlos a fondo”, bien pueden ser temas como reformas en materia de personas desaparecidas, que han tenido un trasfondo que nos habla más de un Estado que no ha sido capaz de dar solución a un problema que va de norte a sur del país, hemos visto desde que comenzaron las legislaturas, que el “tiempo” no es un impedimento para la aprobación, cuantas “sedes alternas” para “votaciones extraoficiales”, ¿cuántas de ellas, no han tenido, aprobaciones exprés?, porque nuestro Congreso se ha atado de manos para hablar de temas “delicados” pero ha seguido agilizando discusiones de temas que no atienden más que a unos que otros intereses.
La frase "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy" refleja una actitud proactiva y de responsabilidad que, en el contexto de nuestro poder legislativo, puede interpretarse como un llamado a la eficiencia y al cumplimiento de las obligaciones legislativas, que en la práctica, la procrastinación en este ámbito ha estado relacionado con la lentitud en la aprobación de leyes, retrasos en la resolución de temas urgentes y una acumulación de tareas pendientes que afectan la gobernabilidad y la confianza ciudadana.
La cultura de la dilación puede ser resultado de procesos burocráticos complejos, falta de voluntad política, (más que nada) o incluso intereses particulares que retrasan decisiones importantes, (así es, intereses partidistas) lo que en última instancia perjudica la eficacia del sistema legislativo y la implementación de políticas públicas.
Este comportamiento de postergar acciones como la frase con la que he tenido a bien iniciar este artículo nos hablan de las consecuencias negativas, como son el fomento de la impunidad, que limita la capacidad del poder legislativo para responder a las necesidades sociales, considero que los legisladores, deben priorizar los asuntos de interés público y reducir los tiempos de respuesta, pues si queremos mantener la confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas y en el sistema democrático, no basta con prohibir corridos, con quitar la comida chatarra, lo que de verdad necesitamos es el fortalecimiento en los mecanismos de rendición de cuentas, que promuevan una cultura de trabajo eficiente y responsable en beneficio del pueblo mexicano.
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