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IMPUNIDAD QUE HIERE, PUEBLO QUE DESPIERTA

  • Foto del escritor: Roberto Altamirano
    Roberto Altamirano
  • 31 mar
  • 3 Min. de lectura

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Existe un viejo refrán que dice: “Al que obra mal, le va mal”, una frase que hoy pareciera un mero consuelo para aquellos que aguardan porque se haga justicia en el sistema fallido en que vivimos. Lo cierto es que asumir consecuencias es algo que raramente sucede en este país.


Existen personas que creen que eso no aplica para ellas, que asumen estar por encima de la ley que rige a la gente como tú y como yo, quienes salimos todos los días a ganarnos la vida honradamente. Hay quienes piensan que pueden hacer lo que quieran y vivir impunes, mientras continúan beneficiándose sin importarles el daño colateral causado. Lo hacen desde todos los sitios imaginables: desde el gobierno, desde un gran corporativo, desde las mismas fiscalías y tribunales, hasta las esferas más ocultas del crimen organizado. Lo hacen a todas horas, al punto de parecer frívolo y descarado, aprovechándose de nuestra indiferencia, de una falta de interés generalizada en todo lo que no nos afecta directamente. O tal vez esto sea simplemente el síntoma del cansancio, traducido en resignación ante este monstruo de corrupción, invencible, implacable, omnipotente, que acecha todos los días.


El mes de marzo de 2025 quedará grabado en la memoria colectiva de México por el descubrimiento de fosas clandestinas y demás hechos horrorosos en el denominado “Rancho Izaguirre”, un caso mediático que se convirtió en el “Ayotzinapa” de la presente administración. Las reacciones han dividido a la población, como de costumbre, entre la indignación de lo injustificable y la duda de si se trató o no de un “campo de exterminio”. Cualquiera que sea tu postura respecto al tema, hay una verdad que no se puede ocultar: las desapariciones son una realidad latente en este país.


Para tener una visión más amplia del problema, de acuerdo con un reporte emitido por Red Lupa (organización dedicada a temas de desaparición forzada y desaparición cometida por particulares), al 21 de enero de 2025 se llegó a la cifra de 121,651 personas desaparecidas, según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. El aumento de este crimen se debe, entre otros factores, al alto índice de impunidad en los delitos derivados de la desaparición de personas, lo que permite que los agresores continúen utilizando esta grave violación a los derechos humanos como herramienta de control territorial y de desarrollo para sus planes criminales.


Otro tema controversial fue el del diputado federal Cuauhtémoc Blanco, acusado de tentativa de violación por su media hermana, Nidia Fabiola Blanco. El exgobernador de Morelos enfrentó un proceso de desafuero a inicios de febrero de este año, que finalmente tuvo su desenlace el pasado 25 de marzo, cuando, con el respaldo de la bancada de Morena, obtuvo una votación mayoritaria de 291 votos a favor de desechar la solicitud de desafuero.


En una sesión de la Cámara de Diputados que se tornó en una faramalla, resulta inverosímil que en el sexenio que vio consolidada a su primera mandataria mujer, el partido en el poder haya optado por ignorar a una víctima y conservar la protección de su posible agresor. Pero así es la realidad que nos toca vivir: la justicia se desvanece cuando la impunidad se convierte en norma.


A estos dos casos podemos sumar muchos otros que tienen el mismo común denominador: la ausencia de responsables. Este país está cada vez más herido, marcado, con miedo, y aunque el clamor por justicia está presente en plataformas como las redes sociales, esto no es suficiente. Nos hemos quedado cortos en nuestro papel como ciudadanos.


Pero aún no es tarde para revertir la situación, y como en tiempos de la Revolución, debemos salir a las calles, alzar la voz y demostrarles a los poderosos que aquí estamos y que sí importamos, tú y yo. Porque a ese tipo de personas que quieren controlar el rumbo de este país a su antojo, a veces es necesario recordarles que el poder emana del pueblo y para el pueblo. No somos solo cifras ni sombras resignadas; somos la fuerza que mueve cada rincón de esta nación, y si nos unimos como pueblo, no solo sanaremos nuestras heridas, sino que seremos un faro de luz que la oscuridad de la impunidad jamás podrá apagar.

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